Si existe algo que por definición ha representado siempre una marca son las tarjetas de empresa.
En ellas se encuentran todos los elementos corporativos perfectamente definidos, desde el logotipo a los colores, la sede y, más actualmente, el sitio web y las direcciones de correo electrónico.
El branding tradicional ha girado siempre en torno a este elemento que se ha cuidado con esmero. El diseño, la calidad del papel, la tipografía con letras lisas o relieve, el plastificado...
Se trata de que un pequeño trozo de papel dé una imagen exacta y precisa, no solo del conjunto de la empresa o negocio, sino de la persona que la entrega y cuyo nombre figura en la misma, siendo esta, a su vez, la encarnación de la corporación.
La importancia hoy de las tarjetas de empresa
En un mundo cada día más digital puede parecer que la tarjeta de empresa ha quedado obsoleta y que quienes nos rodean y se relacionan con nosotros ya tienen toda la información necesaria en Internet.
Nada más lejos de la realidad. La tarjeta sigue teniendo un significado imprescindible que no puede ser sustituido por ningún otro elemento de branding o de marketing.
El significado del encuentro
El mundo globalizado y de las tecnologías es un mundo que se relaciona desde distancias que antes eran impensables, pero que a la vez establece distancias que parecen deshumanizar todo. Se puede apreciar esta distancia perfectamente en ese esconder la cabeza en el smartphone en el metro o tener los cascos puestos cuando se camina por la calle e incluso en reuniones y congresos.
Las tarjetas de empresa rompen esa barrera de la distancia para humanizar la relación expresando un encuentro y un interés entre la persona que la entrega y aquél que la recibe. Trasmite así rostros y valores humanos y una importancia personal que difícilmente puede trasmitir otro elemento.
Cuando no se está en Internet
Hay muchos negocios que ni están en Internet ni lo necesitan. Son aquellos que tienen un mercado localizado y cercano y no tienen ni necesidades ni ambiciones de expansión.
El taller mecánico de un barrio se nutre de clientes cercanos y de confianza y, aunque hoy los coches incorporan centralitas donde se programan los kilómetros que restan para una nueva revisión, siguen colgando su tarjeta de la palanca de intermitencias y luces, verificando a mano el servicio realizado y los kilómetros que tiene el vehículo.
Del mismo modo se puede hablar de una peluquería, una boutique o la panadería de la esquina. Pero también de un abogado, un consultor de empresas o un agente de seguros. No se puede olvidar que estas tarjetas se han denominado siempre también tarjetas de visita y esta visita supone atención.
Cuando solo se está en Internet
Para un ecommerce se podría pensar que las tarjetas de presentación no son un elemento necesario. Enviar una tarjeta con un nombre en cada paquete que recibe un cliente, en un presupuesto o un informe de estado de cuentas, supone asociar una persona y un rostro a algo tan digital y tecnológico como es el comercio online.
Si se imagina un servicio de asistencia online, donde los chatbots automatizados son cada día más frecuentes, se puede apreciar la importancia de colocar a una persona detrás del robot que atiende inicialmente. A nadie le gusta que le atiendan robots cuando pretende encontrar una solución a su problema.
Los diversos tipos de tarjetas de presentación
Cada marca y actividad requiere un tipo y diseño de tarjeta diferente que ha de ajustarse perfectamente a la imagen que pretende trasmitir.
Para una organización sin ánimo de lucro, asociaciones o fundaciones, la tarjeta es un instrumento de trasmisión de valores y deben reportar confianza y seriedad. En general suelen usarse diseños limpios y colores suaves en tonos pastel, aunque si, por ejemplo, su orientación es hacia el mundo infantil o juvenil, se puede optar por colores más vivos y diseños más dinámicos y divertidos.
Una agencia de marketing y publicidad suele dar importancia en sus tarjetas al material y a los formatos, eligiendo algo que impacte y trasmita diferenciación y creatividad. Acudirá así, frecuentemente, a troquelados con formas distintas a la clásica rectangular o materiales como el plástico o el aluminio incluso, aunque puede acudir a soportes más tradicionales y poner toda su fuerza en el diseño.
Una empresa de asistencia remota, online o telefónica, a menudo recurre a incorporar la fotografía del personal de soporte en la tarjeta, sobre todo si designa un asesor personal al cliente.
Abogados y consultores utilizan sus tarjetas como medio de relaciones públicas y es muy frecuente el intercambio en eventos y congresos o el buscar clientes en los propios juzgados, siendo normalmente tarjetas sobrias y elegantes.
En definitiva, las tarjetas de empresa siguen siendo un elemento de alto valor de marca que humaniza la empresa y trasmite sus valores, identificándose con la imagen corporativa y las líneas generales del branding.
¿Cómo son vuestras tarjetas? Y dejadnos vuestra opinión sobre la utilidad de las mismas.
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