Hoy en día, estamos sumergidos en el mundo online, de hecho, los adolescentes han dejado de consumir programas de televisión para centrarse en los contenidos que ofrece Youtube.
Youtube es una plataforma de vídeos que ha descolocado a los medios de comunicación audiovisuales más tradicionales. Actualmente, en EEUU en las horas centrales de prime time el público que oscila entre 18 y 50 años superan a través del trafico móvil los datos de audiencia de cualquier cadena de televisión.
La gran cantidad de contenido, la posibilidad de poder elegir lo que quieres ver, el hecho de ser gratuito y muchos factores más, hacen de Youtube un competidor a tener en cuenta.
Youtube como plataforma de influencers
Si además, unimos el hecho de la aparición del término “influencer” (o persona que es capaz de influir en los demás ya sea, por contar con credibilidad sobre un tema en particular o, que pueda ser un prescriptor esencial para una marca) con una potente estrategia de videomarketing, hacen de este portal de vídeos un escaparate para el branding.
El dilema surge cuando ciertos canales de youtube además de promocionar marcas, sobreexponen de manera reiterativa a los menores. Y es aquí donde se plantea si deben establecerse ciertos límites.
¿Realmente es un negocio? ¿Es una manera de mostrar al mundo rutinas del día a día en familia para ayudar a los demás? ¿Puede generar problemas de autoestima en los más pequeños o incluso competitividad entre ellos?
Si hay una cosa clara es que son estrategias de marketing que en muchas ocasiones están patrocinadas por diferentes marcas y que los padres utilizan a los menores como imagen.
Como mencionábamos con anterioridad, Youtube es una verdadera televisión a la carta. De hecho, los canales de familias en la plataforma son cada vez más crecientes. En ellos, se cuenta desde el embarazo, el parto, la crianza y cualquier detalle de la rutina de cualquier familia en formato de vídeo blog (vlog) bien sea diario o semanal. Cada experiencia queda recogida en estos vídeos que editan para mostrar al mundo el comportamiento de los niños, sus problemas e incluso las alegrías o las fechas más señaladas.
Gracias a todos estos detalles, se ha creado una comunidad muy amplia que ve en estos canales un apoyo o intercambio de experiencias sobre los más pequeños.
Hay determinados canales de habla hispana que cuentan con miles y miles de seguidores y que están expectantes de la publicación de un nuevo vídeo contando novedades o ese acontecimiento que se ha “cebado” previamente en otra red social como puede ser Instagram.
Instagram, el complemento perfecto
Precisamente, el crecimiento de Instagram como la red social por excelencia ha hecho que la popularidad de ciertos “Youtubers” haya crecido como la espuma por realizar una estrategia de marketing combinada subiendo stories a IG o incluso con vídeos en directo a través de IGTV.
Realmente, todos sabemos que aquello que se publica en Internet deja una huella digital muy complicada de borrar, y el hecho de que estén implicados menores tiene mucha más repercusión aún.
Crear contenido y colaborar con marcas es totalmente lícito, pero es necesario que se utilice el sentido común para no excederse en el contenido que se muestra ni en los datos que se facilitan, ya que en muchas ocasiones se enseñan determinados aspectos de la vida diaria que pueden utilizarse con dudosas intenciones.
Un ejemplo de ello, sería mostrar los uniformes de los más pequeños de la casa, la vivienda o el portal donde residen, así como los lugares que frecuentan y se puedan identificar con facilidad.
Es ahora donde nos planteamos la siguiente pregunta:
¿Se debe regular la privacidad del menor o es una cuestión de moralidad?
Dejádnos en comentarios cuál es vuestra opinión sobre este tema.
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