Dicen que las buenas experiencias dejan recuerdos imborrables. Es en base a esta afirmación o certeza sobre la que se basa esta nueva disciplina: el marketing experiencial. El recuerdo o el sabor de boca a largo plazo que dejan este tipo de estrategias han hecho que cada vez sean más las empresas que apuesten por este tipo de marketing.
Integrar este tipo de estrategias es apostar por la creación de un vínculo potente entre cliente y producto. El resultado perfecto para cualquier ecuación cuya finalidad sea una conversión, independientemente de su tipología: ventas, publicidad, imagen de marca, etc. En pocas palabras: el engagement de estas estrategias es muy alto.
El marketing experiencial o la mejor forma de sobrevivir en la actualidad
Aunque no es una disciplina antigua, sino todo lo contrario, existen ya campañas famosas por el impacto causado. Una capacidad de llegada indispensable en un mercado que si por algo está saturado es por la competencia.
Todo un potencial o un mundo de posibilidades cuyos beneficios están fuera de toda duda, pero ¿cómo hacer una campaña de este tipo? ¿Cómo se consigue diseñar este tipo de estrategia de marketing experiencial y tener éxito?
Lo primero que hay que plantearse es que hay que pensar en algo, concretamente en una experiencia, que tenga un resultado memorable para los consumidores. A partir de esta premisa, empezamos a trabajar.
¿Cómo diseñar una experiencia enmarcada en este tipo de marketing?
Tenemos que planificar, en definitiva, una experiencia que tenga que ver con el producto que tenemos por objeto, pero sobre todo tenemos que generar una emoción. De nada vale crear una actividad en la que se interactúe si esta no va a generar ningún tipo de sentimiento en el destinatario. Teniendo claro este objetivo principal hay que poner el foco en varios aspectos importantes en la experiencia.
- La duración temporal de la experiencia. No solo tiene que durar un instante. Tiene que ser algo que tenga una proyección que abarque antes, durante y después. Esta premisa tiene que ser tenida en cuenta a la hora de diseñar la acción que se va a llevar a cabo.
- Las experiencias no solo tienen que ser presenciales. Esto hace que podamos jugar con los distintos canales en los que desarrollar la estrategia. Aunque las experiencias presenciales son muy efectivas, no es menos cierto que las que se llevan a cabo a través de otros canales suman enteros.
De hecho, desperdiciar la posibilidad de integrar el móvil en la estrategia es dejar de aprovecharse de parte del potencial. Un ejemplo es la puesta en marcha de lo que se conoce como menú del inconsciente: cómo saber lo que va a querer comer el cliente antes de que lo pida. Una maniobra que tiene que ver con las nuevas tecnologías aplicadas al mundo de la restauración y claro ejemplo de cómo generar experiencias inolvidables de maneras diferentes a las que conocemos hasta ahora.
- Anticiparse y tener alternativas. Esta es una parte clave a la hora de planificar una estrategia de este tipo. En este sentido es esencial saber qué quiere el cliente y contar con las eventualidades que pueden fallar para tener alternativas.
Supongamos que el cliente viene al restaurante a comer a oscuras al aire libre, pero ese día está lloviendo. Este tipo de experiencias tienen que contar con un plan B. El control es esencial para que quien va a vivir una experiencia se lleve el mejor recuerdo posible y no lo contrario.
El marketing experiencial es todo un filón si se sabe llevar a cabo, más aún cuando prácticamente todos los negocios están integrando las nuevas tecnologías a su vida cotidiana. Dinos qué te parece este tipo de marketing. Estamos deseando saber qué opinas sobre ello.
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